He recibido alguna crítica por la visión noire del barrio de La Isleta en la novela y lo cierto es que las comprendo. Quiero pedir disculpas (¡una vez más!) en mi nombre y en el de todos los escritores de novela negra por la ominosa manía de buscar el lado más oscuro y decadente de algunas cosas en aras de la narración. Hace poco le pasó al señor Dan Brown con su "La fortaleza digital" al hacer algunos comentarios sobre Sevilla que crisparon los nervios de no pocos, con canchas de baloncesto en el interior de hospitales, un barrio de Triana donde sólo había yonkis, "la dificultad de hacer llamadas internacionales en un país como España...". Desde aquí tengo que reconocer que La Isleta ha sufrido un lavado de cara muy considerable, aunque nadie podrá negar momentos en los que algunos cuadrantes han estado realmente mal. Aunque algunos no quieran reconocerlo, el traslado de la comisaría de distrito norte a los lindes del barrio le causó un gran bien.
No obstante, como barrio antiguo nadie podrá quitarle nunca su encanto y quede bien claro que la inmensa mayoría de los vecinos que lo pueblan son gente respetable que nada tiene que ver con los elementos asociales que pululan por ciertos puntos como puede pasar en cualquier otro barrio.
jueves, 25 de marzo de 2010
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Diga usted que sí desde que movieron la comisaria al barrio mucho han cambiado las cosas la novela es como ver una pelicula de esas que no quieres que terminen. Felicidades
ResponderEliminarGracias Luís. Eso quiere decir que uno de mis objetivos, hacer el libro atractivo para todo tipo de público, con la suficiente calidad literaria pero al mismo tiempo accesible como una película para los menos aficionados a la lectura, se ha conseguido.
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